El ferrocarril cubano se puso en servicio en 1837, cuando Cuba era un territorio español, y fue la primera línea férrea de Hispanoamérica y la primera española, ya que entró en servicio once años antes de que en 1848 se inaugurase el primer ferrocarril de la España peninsular entre Barcelona y Mataró.
En esas fechas, en el continente americano sólo los Estados Unidos disponían de tan revolucionario medio de transporte en explotación comercial de algunas líneas, no en experimentaciones. El ferrocarril de Cuba fue sólo dos años posterior al primer ferrocarril alemán en 1835 entre Nuremberg - Fürth, dos años también con respecto a Bélgica, y años por delante de varias naciones europeas desarrolladas.
Origen del ferrocarril cubano
En septiembre de 1830 llegó a la isla una Real Orden de 19 de junio para informar que José de Jesús Herrera y Herrera había recurrido al rey de España con el propósito de solicitar permiso para construir un camino de hierro desde la Habana hasta San Antonio.
Esa vía pretendió unir a San Antonio de los Baños, cerca de la incipiente capital, hasta la villa de Güines, localidad habanera, maniobra para distraer la atención del verdadero primer ferrocarril. El 6 de junio de 1830 se iniciaron las gestiones para la construcción del tramo con el visto bueno de la Junta de Fomento, y las obras comenzaron el 19 de noviembre de 1835.
El 15 de febrero de 1831 las autoridades de la Isla presenciaron una demostración del funcionamiento de la primera locomotora en Cuba, efectuándose una segunda exhibición pública, con cobro de la entrada, el 24 de igual mes.
Construccion de La Habana a Güines
Para la construcción se dividió el rechazo en seis tramos y decidieron inaugurar el primer trayecto entre la Habana, San Felipe y Santiago de Bejucal, el 19 de noviembre de 1837, al amanecer.
Los vagones y las locomotoras, a semejanza del ferrocarril de Londres a Birmingham, fueron fabricados en la capital británica, material ferroviario diseñado por Stephenson. El parque estaba integrado inicialmente por ocho locomotoras de vapor, y cincuenta vagones con una capacidad de carga de dos a cinco toneladas.
De las ocho locomotoras compradas a Inglaterra cuatro fueron fabricadas por la casa Braithwithe y llegaron al puerto de La Habana el 28 de abril de 1837. Las máquinas llevaron los nombres de : Cubana. Habana, La Comisión y Villanueva, esta por Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, importante tabaquero, hombre de negocios y promotor del ferrocarril.
Desde sus orígenes el ferrocarril fue objeto de posturas enfrentadas entre la construcción británica de locomotoras, entonces de concepción similar a las “Patentee” de Stephenson y el diseño yanqui con carro delantero, de modelo similar a las 2-2-0 “Campbell”, o las 2-1-0 “Lafayette”. Debido a la proximidad e influencia estadounidense, las locomotoras posteriores a las primeras británicas serían en su mayor parte construidas en los EE.UU.
En 2010 los ferrocarriles de Cuba están siendo objeto de una modernización en varias líneas, y especialmente en su línea principal La Habana- Santiago de Cuba, de más de novecientos kilómetros, con una casi total renovación de la vía y la introducción de locomotoras Diesel de última generación construidas en China, dados los crecientes intercambios comerciales entre ambas naciones. Las máquinas de transmisión eléctrica AC, de disposición de ejes C-C, van equipadas con motores Diesel de cuatro tiempos y doce cilindros en V. Una velocidad máxima de 120 km/h. lo que las hace aptas transporte mixto de viajeros y de carga con un elevado esfuerzo de tracción, bogies de alta adherencia y sistemas antipatinaje.
También, dadas igualmente las excelentes relaciones, existen conversaciones avanzadas con Rusia en el tema ferroviario. El gobierno cubano, después de años de penuria en inversiones ferroviarias, está potenciando tanto el sistema de cargas como el de viajeros, habiendo discernido las enormes posibilidades de este medio de transporte.
(artículo publicado en VÍA LIBRE 24/11/10)
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