El tiempo en Sevilla

-*-*-*-*-*- futbol */*/*/*/*/ contador de visitas <.<.<.<.<.<.<.<.

domingo, 6 de junio de 2010

Cuando un amigo se va

En estos días me ha venido a la memoria la letra de una bonita canción –ahora la encuentro más bonita que nunca- que hace muchos años cantaba Alberto Cortez.

La letra dice así:

Cuando un amigo se va

Queda un espacio vacío

Que no puede llenar

La llegada de otro amigo

Queda un tizón encendido

Que no se puede apagar

Ni con las aguas de un río…

Y sigue la canción con una letra que eriza la piel.

¿Habré oído veces esta canción?, innumerables, es una canción de allá… de mis tiempos, de nuestros tiempos, de los tiempos del amigo que se fue. Y hasta hoy no me he dado cuanta de su letra, hasta hoy no la he cantado a solas, hasta hoy no la había repetido dos y tres veces.

Dice que “queda un espacio vacío”.

Es verdad, queda… algo así como una sensación extraña que no aciertas a comprender. Te das cuenta de que falta algo. Y aunque ese espacio vacío lo hubieras percibido antes, porque la vida es así de caprichosa, es ahora cuando lo notas. Y es verdad que ese espacio ya no se llena.

“Queda un tizón encendido”.

Quedan los recuerdos, las andanzas, las aventuras, las barbaridades de una juventud pasada, bellas barbaridades que nunca fueron catastróficas, porque en el fondo no había maldad. Pudiera haber algo de inconciencia, pero nada más.

“Que no se puede apagar”.

Claro que no se puede apagar. Quien apaga el recuerdo de aquellos años, quien apaga la alegría, quien apaga las diabluras de la edad, quien apaga sus diabluras…

“Ni las aguas de un río”.

Ni un río, ni un océano. El tizón encendido, es el recuerdo, es la luz que nos queda para poder tener siempre en mente, que pasamos por aquellos tiempos con amigos, con los que seguimos estando, con los que seguimos discutiendo, con los que seguimos riéndonos, con los que seguimos divirtiéndonos, con los que llevamos toda una vida. Aunque ésta a veces se pare antes de tiempo.

¡!Pero que es esto!!. ¿Melancolía y tristeza?. No hombre no, de ninguna manera. ¿Era triste y melancólico el amigo que se fue?. Nada de eso, todo lo contrario. Era alegre y… vaya si lo era. Tan alegre que hoy reímos y seguiremos riendo con sus cosas al ver el “Tizón encendido”.

Amigo Alberto Cortez, tu canción es preciosa, muy bonita, no me canso de oírla. Pero ahora mismo voy a buscar otra en mi discoteca que hable del “amigo que se queda”.

Seguro que la encuentro. Porque tu amigo a lo mejor se va… pero el nuestro se queda.

José C. Martín

No hay comentarios:

Publicar un comentario